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La Mujer del Pueblo la Alameda los Aposentos

6/1/2018

 
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Author, Cindy Sifontes
"La Mujer del Pueblo la Alameda los Aposentos"

My name is Cindy Sifontes. I am pursuing a degree in Spanish and in Central American Studies. I plan to get more involved in the community through writing and spoken by promoting Central American cultural diversity and awareness both English and Spanish. I plan to volunteer in schools by teaching in Central America in the future and close gaps in education. 

La mayor parte del tiempo, las mujeres del pueblo la Alameda los Aposentos no salían por temor pero, Claudia salía por amor. Se explotaban bombas entre los oídos del pueblo y algunas balas terminaban dentro de los hogares. Los soldados salían a patrullar sin comer y sin dormir pero, la pasión a la patria les deba el vigor de continuar vigilando el pueblo. No era por el presidente por lo cual vigilaban, sino por el quetzal que se ganaban cada mes para mantener a la familia que dejaban. David era muy listo y sólo tenía 18 años, le gustaba salirse de la base militar todas las noches. El salía a media noche para encontrarse con la mujer más bonita del pueblo con el cabello rubio más amarillo que el sol. Era güera, con ojos verdes, como las plumas verdes del pájaro nacional de Guatemala. Nadie salía de noche, los grillos temían en cantar las buenas noches, los perros y gatos perdían el deseo de olfatear escondidos debajo de los coches. David era muy inteligente y siempre tenía una respuesta para cada pregunta que se hacía pero, él no se explicaba por qué había tanto odio y guerra en toda la patria.  

Mientras pasaban los días, él sentía que se volvía loco haciéndose preguntas que ni Dios le podía contestar. Otra vez, discutiendo con su coronel le dice lo siguiente:

- Coronel,  uno de mis grandes anhelos es poder ver a mi familia de nuevo pero, ¡vivo! Espero que aún estén vivos ellos también, y que mi ausencia no les cause problemas con los vecinos. Esta absurda guerra, tiene que terminar pronto porque puedo imaginar a mi familia convirtiéndose en mis peores enemigos.  

- David, – con un nudo en la garganta el coronel le responde, - si en este país no hubiera un presidente cerote y gobierno opresivo entonces, no estuviera el pueblo embravecido y nos odian porque trabajamos con el gobierno, pero, ¡Vos, mi familia sufre de hambre y esta es la única alternativa! El pueblo nos odia y yo los entiendo, y no estoy contra eso. ¡Mira vos, mañana te vas temprano a Barberena!

El pueblo odiaba a los soldados pero,  Claudia razonaba porque David le hacía entender. Claudia siempre esperaba a David por un rincón del pueblo, donde pasaban los autobuses y allí se miraban todas las noches. Allí, donde la vio por primera vez. David la amaba demasiado e incluso le daba miedo verla a los ojos porque eran tan verdes, que no se quería perder en su mirada. En sus ojos él miraba telas verdes de seda, la cual el sentía que se abrigaba cada vez que la miraba. Claudia lo pellizcaba porque así la enamoraba con frases que ella guardaba debajo de su almohada. David estaba en ese pueblo por varios meses y el noviazgo iba avanzado igual que la guerra. Una noche, por casualidad cayo una tormenta, David tenía que despedirse esa misma noche porque tenía que patrullar a otro departamento, y no tenía otra opción. Era parte de su jornada. Él le dice a Claudia esa fría noche, sobre su despedida y ella se quedó muda pero, ella entendía que no era decisión de él.

-David le dice, por dios, mírame a los ojos cuando te hablo, es lo único que me hace sentir protegido. –Claudia le dice tristemente, David, entiendo que te tienes que ir pero, vámonos ahorita mismo y nos vamos lejos. 

- ¡A la puchica, a morir! le grita y luego le pregunta David, ¿Claudia, en que parte de Guatemala crees que no hay guerra? ¿En, el cielo? ¡Aquí, tengo la escopeta y nos hacemos el honor!

Cuando se dieron el último adiós, ninguno de los dos lloraron porque la tormenta caía más recia que las lágrimas que iban estallar. Un hombre del pueblo había visto a Claudia y a David despidiéndose esa misma noche, y se echó correr el hombre antes que David y Claudia los viera.  Al siguiente día, David se fue y Claudia había perdido su autoestima porque nunca le dijo a David lo que tenía en su vientre.

Pasaron 6 meses, ya lo habían balaceado y no podía continuar con las jornadas. El coronel lo quería mucho, y lo mando para su casa. David contento decidió ir al pueblo donde estaba Claudia. Cuando iba para la Alameda los Aposentos, todo estaba extraño ya no habían casas. David sabía dónde vivía Claudia y la fue encontrar.  David no encontraba nada en la casa de Claudia todo estaba destruido, pero aún estaba su vecina que era la mejor amiga de Claudia.

-Llorando su vecina le dice, ¿Joder, eres David? –David dice, ¡sí! – Ella responde, Claudia la mataron y estaba esperando un hijo suyo, así que váyase antes que acaben con usted. El hombre que mató a Claudia los había visto ustedes debajo de una tormenta. ¡Él estaba enamorado de Claudia y era mi hermano! ¡Ándate! ¡No entiendes que nosotros los odiamos! ¡Lárgate antes que venga mi hermano! ¡Son unos traidores!

David sintió que las balas que recibió en Barberena volvieron encarnase en su cuerpo, y su ira era más embravecido que la ira del pueblo. El nunca sintió tanto odio por alguien, que se comparara al odio que le tenía al gobierno.  David se fue de la casa de Claudia y estaba confundido y se sentía estúpido por no haberse escapado como lo quería Claudia.  Decidió irse para su casa y buscar paz, pero el grito - ¡no!

De pronto, Agarro su escopeta y corrió de nuevo al pueblo,  y estaba analizando cual de su decisiones era más justo. Mandarse al cielo para encontrarse a Claudia con su hijo o matar el hermano de la mejor amiga de Claudia.

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